miércoles, 25 de diciembre de 2013

¿Se puede resetear la Luna?


Hoy he releído todos los poemas
que escribí pensando en ti,
y me he dado cuenta
de lo mucho que te quería,
pero no mucho de una cantidad medible

sino mucho de una eternidad tras otra,
y galaxias de universos
y océanos de tiempo,
y he comprendido,
por fin,
que me volviera loco
y no pudiera volver a estar cuerdo
ya nunca más.

Ahora me dirás que exagero,
que una persona no puede
depender de otra
hasta ese punto,
que la dignidad empieza
donde acaba el amor.

Y sé que tienes razón
pero no es razón de lo que estoy hablando.

Imagínate algo terrible:
que te robaran el iphone

Puedes comprarte otro,
incluso mejor,
puedes subir a la nube
y recuperar tus contactos
y las fotos
y las aplicaciones
y los mensajes
si tuviste la precaución de hacerlo.

Pero no lo has hecho aún ¿verdad?
porque uno piensa que esas cosas
ya las hará mañana,
sé que estás pensando en
hacer una copia de seguridad,
en cuanto acabes de leer esto
por si ocurre la catástrofe
¿a que sí?

Pues a mí me ocurrió eso contigo:
que no lo vi venir.
Lo tenía guardado todo,
la rutina,
el cariño,
la esperanza,
y se me olvidó hacer una copia
mientras estaba contigo.

Quizá debí dejarla en un lugar más seguro,
o haberla repartido por otros
lugares de la casa,
haberme guardado rincones,
haber ahorrado,
para ese mañana que es hoy
desde hace tantos días.

Y sé que suena todo a
"mira, chaval, madura de una vez"
y a no me vuelvas a escribir
ni a llamar
ni a querer.

Y sé que el tiempo acabará cerrando
el agujero negro
en el que se hundió la luz
que alguna vez,
como una chispa,
tú y yo desprendíamos.

Pero yo sólo espero encontrar
una respuesta
un porqué,
Entiéndeme,
yo ya dí por perdido
todo,
pero sigo buscando

a veces
ni siquiera sé qué.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Siempre nos quedará Brasil


Ayer por la tarde
tu voz
esa voz que zozobraba
hace unos meses
me trajo tu nombre de nuevo
como el mar devuelve a la orilla,
tarde o temprano,
lo que una vez se llevó.

Tu nombre venía pegado a tu cuerpo,
o a lo que recuerdo de tu cuerpo,
y el mío sintió cierta tristeza
de no abrazarlo hasta hacer
de nuevo
un nudo,
y mi corazón se resintió como los huesos rotos
cuando cambia el tiempo
y tuve que sujetarlo como a un perro
que quiere acercarse a otro.

Si no pudiera
disimular lo bien que lo hago
me alegraría tanto de verte
que saltaría encima tuyo
y te lamería la cara.

Ayer me nos encontramos
qué casualidad
cuando salía de la farmacia
y nos paramos uno enfrente del otro,
y me dijiste que me veías bien,
y qué tal con esa chica con la que me ves a veces
y qué tal mis padres,
y que tenemos que quedar un día.

Y que cambiaste de trabajo,
y los dos convenimos que era una locura
en estos tiempos
pero hay que cambiar a veces
cuando las cosas se estancan

y me miraste en silencio
durante un imperceptible instante
en el que hubieran nacido y muerto
millones de estrellas,
y tuve la sensación de que en ese hueco
me decías que me cambiaste porque
necesitabas algo nuevo en tu vida

y que yo sólo fui un daño colateral asumible.

No sabría decir muy bien por qué,
pero intuí que no querías cambiarme a mí
por lo que tienes ahora,
que en el fondo fue un capricho de niña consentida
a la que todo le sale siempre bien.

Y si te he de ser sincero,
cuando me quise dar cuenta,
estaba hablando con otra persona distinta
de la que había conocido,
y me alegré de que me veas a veces con esa chica,
y que cambiaras de aires
y que me apartaras de tu camino,
y que me dejaras perplejo,
y que yo dejara de confiar en las mujeres
cuya vida debe ser siempre
distinta a la que tienen.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

once por diez


Once amantes en diez años:
mi corazón es un tóner de tinta,
rellenable,
que escribe renglones torcidos.

No sé a dónde han ido a parar
tantas hojas en blanco ni si
alguien leerá lo que escribí sobre ellas.

Si me paro a pensar,
puedo sentir aún el cortante filo
de una piel cuando se deslizaba
a velocidad de vértigo
sobre las yemas de los dedos
ya sin tacto,
las manos aradas de cicatrices,
los sonrisa de circunstancias,
el adiós corto y prematuro,
tan esperado y tan por sorpresa,

Sin opción a compra

Puedo intuir mi alma
atestada de post-its
con nombres
que nunca se repitieron,
ya no recuerdo cuando
dejaron de importarme,
ni cuándo perdí la cuenta.

Pero si a alguien añoro,
si alguna vez hubo,
entre todas,
una herida que quisiera
tener siempre abierta,
Si mis días y mis noches
fueran
exclusivamente
un esperanza acabada
sólo a medias,

no podría ser otra que
la que me condena
a vivir contigo
(sin ti).




lunes, 9 de diciembre de 2013

París


He preparado una escapada
comprado los billetes
cosido la maleta,
no te preocupes,
el parche parece fashion;

es de Agatha Ruiz de la Prada.

Me decías que te gustaba París
en navidades,
que no imaginabas la vida 
sin tener la posibilidad de volver
un día.

Así que estuve ahorrando en secreto.
A decir verdad guardo muchos 
silencios llenos de planes,
momentos a dos
o tres meses vista
contigo.

El tiempo es propenso a precipitar avalanchas,
bajar calendario abajo
como si fuera a devorar el mundo,
y a mí los inviernos se me dieron 
siempre mal.

No sé si por el frío o porque la noche
ocupa la mayor parte del día,
el caso es que suelo esperar a la primavera
metido en mi burbuja de tiempo,
como en una madriguera, 
esperando a que deshiele la ropa
que cubre tu cuerpo

Quizá por eso, diciembre es el primer
atisbo de buen tiempo,
y empiezo a hacer planes para marzo,
a imaginarte sin abrigo primero, 
luego en manga corta,
hasta los tirantes del verano...

La primavera es eso: vencer
todo este hielo 
y navidades en París para celebrarlo
por si ocurre un accidente

y la nieve nos entierra
antes de que cumplamos
otro aniversario.


domingo, 8 de diciembre de 2013

El primer amor pasados los cuarenta



Diría que casi oigo la voz
dentro de tu cabeza.
"ahora viene el beso"
y aún no sé si abriremos la boca
hasta que sea inevitable
o si nos detendrá la última pizca de cordura
que nos queda.

No sé si alejarnos después de la proximidad
es el último acto consciente
de locura que no cometeremos
o es otra forma de dejar pasar la vida
por delante de nosotros sin atrevernos
a sacarle los colores.

Y buscar una penumbra
donde quitarnos
quietamente,
con el pudor de dos adultos
viejos en amores,
la ropa escogida a conciencia
para paliar a la vista
lo que las manos no sabrán esconder.

A mí, a veces, me da vergüenza
imaginarme más joven de lo que soy,
creer que los espejos son
esa realidad que uno no prepara
porque nunca llega
y que se parece tanto a estudiar
a última hora,
o a salir tarde de casa.

En todos los años vividos,
no he tenido miedo a demasiadas cosas,
ni a correr delante de la policía,
ni a poner al jefe en su sitio,
no he tenido miedo a que a los chicos
se le torciera el alma
afuera en la calle,
pero he de confesarte que
cuando pienso que después del beso

encargaré a mis manos que te busquen,
y dejaré que las tuyas desemboquen en mi cuerpo,
y que de repente, deshaciendo el hechizo
de desconocidos pasemos a ser
íntimos amantes,
tengo miedo de que el tiempo haya vencido
a la memoria y al azogue cruel de los espejos.

Pero deseo tanto besarte...

viernes, 6 de diciembre de 2013

El vértigo


No sé si te he dicho
alguna vez
lo mucho que supone
para mí que tú,
precisamente tú,
me digas que me quieres.

Yo sé que para ti
es algo cotidiano;
que en tu familia
os lo decís entre vosotros
al despediros
incluso por teléfono.

A veces me quedo a tu lado
cuando hablas con tus hermanas
o tu hermano
o tu madre
o tu padre,
sólo para escuchar esa última frase.

Es entonces cuando creo
que el mundo es más humano
para mi:
desde que tú me enseñaste
a decir,
a aceptar
todo ese discurso implícito
que se sobreentiende
en esa clase de despedidas.

No estaba acostumbrado,
(quizá porque provengo
de una estirpe
de hombres sin palabras
ni caricias en las manos)
a la suavidad de la voz.

Venía con un legado
de cobre y cemento
bajo la piel
para poder sobrevivir
a la intemperie,
cuando la intemperie
es una nube de vaho bajo las estrellas.

Pero te conocí
y me lloviste como
un agua muy fina,
ablandaste lo que yo
estaba destinado a ser.

No puedo disimular que sigo
siendo un hombre que conoce el hierro
y la escasez
y la esperanza
y la locura.

No puedo esconder
que tu cuerpo
me deja sin alma
cuando la noche aúlla
tu grito de amazona
hasta devolverme al bosque
de donde salí huyendo.

Ni que me atraviesas la vida
cuando te estremeces pegada a mí,
que no puedo evitar
ser el hombre
y el lobo
al mismo tiempo
que te busca a tientas
en la hora más salvaje.

Un hombre,
que espera perplejo
en la despedida de cada día,
que no se acostumbra aún,
a ser destinatario de esas palabras
que me calman
y me hacen temblar
cuando las oigo,

esas palabras que hoy,
por primera vez desde que nos conocimos
eché de menos.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Que conste que lo intento



No sabes lo mucho
que me esfuerzo
en intentar imaginar
que no estás con
este novio tuyo de ahora

Que estás soltera
que duermes sola,
que vas al cine con esas amigas,
que te decían que yo era poco
poquísimo
para ti.

Te imagino las noches
después del trabajo,
después del gimnasio
y la cena
y el sofá
y tu gato enfermo
y mi parte de la cama

siempre fría.

No sabes lo mucho
que me digo
que tu día a día
tiene una puerta
o una ventana
por la que un día
pueda meterme de nuevo
en esa vida
que sigue sin mi

como una vía sigue
a pesar
del tren descarrilado
hacia el mismo destino,
pero sin motivo.

Yo te imagino
sin él
porque me duele
la vista si alguna vez
te sueño.

Es verdad que
el hecho de
que tu novio de ahora
pase por delante
de mi trabajo
y me mire
y me sonría
no ayuda, es cierto.

Pero no sabe que yo
sé cerrar los ojos
y apretarlos mucho
hasta que veo brillar
manchas de colores
sobre una oscuridad
casi negra

Pero cuando trabajo
si los cierro
mientras él pasa por delante
y me mira
y me sonríe,
claro,
me tropiezo
contigo.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Si fueras el objeto amado


El profesor de poesía
me dice que repito palabras,
que digo mucho "me gusta"
que tengo quince años
más o menos.

No me gusta el profe
de poesía,
chúpate esa,
si lo estás leyendo

Nos ha pedido
cinco poemas para
las semana que viene,
cinco,
para la persona amada.

cuando ha dicho persona
se me ha vuelto
todo alrededor
de cartón:

las mesas,
las sillas,
la puerta,
el aire,
las nubes,
el frío.

Le ha faltado decir
"objeto amado" para morir
acuchillado,
un poquito.

Prefiero tener quince años
y decir te quiero
y repetirlo diez veces en un poema
a pensarte siendo algo
que no seas tú
ni te represente.

Nunca antes había sentido
que quería de verdad a alguien.
A ti sí
no sé si te lo he dije
algún día.

Ahora ya no me acuerdo,
me falla la memoria
duermo poco,
me cuesta agacharme
a recoger las cosas
del suelo.

Me da rabia haber pasado
la vida entera
sin ser consciente de
los momentos vividos,
contigo,

haber perdido el instante
mientras ardía a tu lado
como una cerilla
quemando el oxígeno
entorno nuestro.

Debí darme cuenta
de que quería tener quince años
y quererte así
toda la vida.

que mi lugar en el mundo
no era éste de ahora
donde hasta el frío se convierte,
por una palabra,
en cartón piedra.

martes, 3 de diciembre de 2013

El porqué no sé escribir poesía

Nunca antes
había escrito algo
que se pareciera
a un poema.

Los poemas no pagan facturas
Como mucho
el director de mi banco
diría al leerlo
"muy bonito,
¿dónde está mi dinero?"

No le pienso hablar
de ti
y de mí,
de que me quitas
la vida

No le voy a hablar
de la pluma que encontré
ayer
en el lugar en el que había
predicho
la luz de mi sueño.

A veces me pregunto
(ya sé que no es bueno preguntarse)
si no estaré, en realidad,
loco.

No loco de quererte con locura
que de eso sí lo estoy;
y me gusta

sino loco de verdad
de los que imaginan cosas
que no suceden
por mucho que
cierren los ojos
y aprieten los dientes

y trabajen los domingos
en filosofar piedras de hierro
para convertir en oro
todo lo que reluzca.

No sé.
Tengo miedo de estar loco
por si tú me dejas
 un día
por extravagante

Tengo miedo de que
sea imposible que el universo
quepa en un frasco.

Creo que dejaría de soñar
si tú me lo pidieras,
pero no me lo pidas
porque lo haría sin pensar

y dejaría de escribir al menos
este poema.
Se borraría él
y me borraría yo.

Y le devolvería al banco
lo que es suyo
y el director de mi banco
me diría "muy bien, así me gusta"
Y yo ya no sería yo

y no podría quererte como
te quiero ahora,
me faltaría poder creer que
algún día,
pronto
te regalaría un universo que
te cupiera en la palma de tu mano,
en el frasco
de tu vientre.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Relaxing cup of café con mala leche


Esta mañana
hacía un frío invernal,
será porque estamos en invierno,
digo yo,

hacía mucho frío,
tu novio de ahora pasó
por delante de la cafetería
donde trabajo

Me miraba y sonreía
al pasar
con su coche negro
tan elegante, tan brillante
¿con qué lo limpia?

Él me miraba porque quería
recordarme que él existe
y sonreía para recordarme
que tú también existes

Sin mí.

Con él.

Pero hoy miró más de la cuenta,
será que hoy existía más
que los otros días
en los que pasa

y frenó tarde
y chocó contra otro coche que salía
de un agujero
o de un parking

Se bajó de su trono
y se disculpó
y se olvidó coger el abrigo:
pobre, te va a coger una pulmonía.

De vez en cuando miraba hacia la cafetería
mientras hacía el parte de accidentes
ese que nunca hizo conmigo,
Yo me descojonaba
con disimulo, es decir
revolcándome por el suelo.

Elegante hasta la muerte
ya me conoces.
Pero al poco me entristecí
quizá porque noté que faltabas tú;

pensé que si cuando sonreía
tú existías más
aunque fuese con él
y sin mí
al dejar de hacerlo tú existías menos.

Y derramé una lágrima de café
sobre un cliente
Mario me preguntó si me pasaba algo
yo le dije que no,
él sabía que sí

Por lo de la risa
y lo de dar saltos
y palmas,
y lo de invitar a una ronda.

A Mario le gusta que sus empleados
estén alegres
y sus clientes contentos,
en mi caso siempre cae una ronda

que me descuenta del sueldo.
Sabe,
que yo quiero ser inventor
de inventos

y viajar con ellos a lugares remotos,
que ahorro
para llenar tu vacío con otra vida,
de paisajes y vientos,
y caras, y afectos.

A veces, me quedo hasta tarde,
le ayudo a recoger las mesas
a subir las sillas,
a escuchar sus ruidos
abarrotados de silencios.

Un día me dijo
que le recuerdo a su hijo,
pero esa es otra historia

Mira, ya llega la grúa
y engancha su coche
tu novio de ahora me mira, serio.

Yo le hago el gesto como
de ponerme una chaqueta
y él sorprendido
abre la puerta del coche

Y coge el abrigo,
desconcertado.
No sabe que lo que  no quiero
es que se enferme,
que pase más tiempo del necesario
metido en tu cama.





¿Tú crees que nos aprenderemos los nombres de todos los árboles?


No me gusta esta ciudad
tan nueva por fuera,
tan vieja por dentro.

Se han puesto de acuerdo
Todos
para confundirnos
a los que llegamos de lejos

con tanto cristal laminado.
A mí me gustaba esta ciudad
cuando me veía apuesto
junto a ti en el reflejo
de los escaparates

Pero ya no me gusta
no tengo la necesidad
de verme, sólo de verte
a ti

sin espejos
ni instagram, ser yo
en los treinta y dos píxeles
de tus ojos,

me veo
y pienso
qué suerte,
pareces Tokio

tan llena de luces
y pasos de peatones
tan alborotados,
tan en orden.

Deberían hacerte visitas guiadas
jardines incluidos, los viernes
en tu primavera
de cerezos en flor

Me gusta el campo
o una ciudad pequeña
íntima
¿nos vamos?
en dónde seamos alguien

de quien cuchicheen las viejas
tras las cortinas
al verte pasar
tan multiorgásmica

con odio
que en este caso es lo mismo
que envidia cochina.

Y ver en el espejo
endulzarse tu cuerpo
con el azúcar del tiempo,
hacernos viejos

y reírnos detrás de las cortinas
cuando pase otra mujer
que aúlle a la luna
otra exiliada de esta ciudad
que no me gusta,
(vámonos)

que es una jaula
con barrotes de vidrio
del que no pueden escapar
los maniquíes

Quieren que nos convirtamos en ellos
o que muramos
pero en realidad no quieren
porque ellos ya son suficientes

y nos odian
y nos engañan
construyendo ciudades nuevas
ellos, tan viejos

cuchichean detrás de su escaño
lo bonita que te ves
al pasar

y quieren que yo no exista
que no tengas más remedio
que verlos

a todas horas
reflejados en tus ojos
tan grotescos ellos
en los escaparates
junto a ti

en su ciudad hecha de hielo.
Estoy cansado de que seamos nadie
o peor aún,
casi nadie.

Está decidido.
Nos vamos al campo
a una ciudad pequeña
tú y yo
y tu perro
y mis gatos

Sólo con intuirlo menean el rabo
¿sabes qué creo?
Que no deberíamos vivir en ciudades
donde los perros
y los gatos
no fueran felices.




jueves, 28 de noviembre de 2013

Te tengo atada a la pata de mis sueños.


Encontré un manuscrito perpetrado
con ciento veintidós palabras con
casi todas sus letras
aún humeando

y tus huellas
descerrajando a quemarropa
que esta vez tú

otra vez tú

ganabas: la banca de nuevo.
Tu madre tenía razón
en que yo era afortunado

en amores, contigo.
Porque en juego se ve
que no,
que siempre pierdo.

¿Y qué pasa cuando
juego al amor?
¿a qué pierdo?
¿al ardor de la sangre o al vicio?

Gana quien pone las normas,
me dices.
Entonces gana tu madre

O tu novio de ahora
Me caía bien
al principio

tú también me caías bien
y tus pies siempre helados
porque para notarlos
tenías que meterte en mi cama.

Y el grito de después
y el abrazo sin buenas noches,
y la almohada vagabunda
y el dormir pensando que qué suerte.

haberte ganado
Ya ves,
 para después perderte.

Porque quien quiere
siempre acaba perdiendo
Y no sé,
yo diría,
que aún te quiero.

Y no es que yo quiera quererte.
de hecho, si no te soñara,
ni tu novio de ahora
pasara por delante de mi trabajo
sonriendo

por cierto,
¿no le pilla un poco lejos?

yo ya te habría olvidado
es decir,
me acordaría de ti
en pasado

No como ahora
que te recuerdo,
a pesar mío,
en presente.