viernes, 29 de noviembre de 2013

Relaxing cup of café con mala leche


Esta mañana
hacía un frío invernal,
será porque estamos en invierno,
digo yo,

hacía mucho frío,
tu novio de ahora pasó
por delante de la cafetería
donde trabajo

Me miraba y sonreía
al pasar
con su coche negro
tan elegante, tan brillante
¿con qué lo limpia?

Él me miraba porque quería
recordarme que él existe
y sonreía para recordarme
que tú también existes

Sin mí.

Con él.

Pero hoy miró más de la cuenta,
será que hoy existía más
que los otros días
en los que pasa

y frenó tarde
y chocó contra otro coche que salía
de un agujero
o de un parking

Se bajó de su trono
y se disculpó
y se olvidó coger el abrigo:
pobre, te va a coger una pulmonía.

De vez en cuando miraba hacia la cafetería
mientras hacía el parte de accidentes
ese que nunca hizo conmigo,
Yo me descojonaba
con disimulo, es decir
revolcándome por el suelo.

Elegante hasta la muerte
ya me conoces.
Pero al poco me entristecí
quizá porque noté que faltabas tú;

pensé que si cuando sonreía
tú existías más
aunque fuese con él
y sin mí
al dejar de hacerlo tú existías menos.

Y derramé una lágrima de café
sobre un cliente
Mario me preguntó si me pasaba algo
yo le dije que no,
él sabía que sí

Por lo de la risa
y lo de dar saltos
y palmas,
y lo de invitar a una ronda.

A Mario le gusta que sus empleados
estén alegres
y sus clientes contentos,
en mi caso siempre cae una ronda

que me descuenta del sueldo.
Sabe,
que yo quiero ser inventor
de inventos

y viajar con ellos a lugares remotos,
que ahorro
para llenar tu vacío con otra vida,
de paisajes y vientos,
y caras, y afectos.

A veces, me quedo hasta tarde,
le ayudo a recoger las mesas
a subir las sillas,
a escuchar sus ruidos
abarrotados de silencios.

Un día me dijo
que le recuerdo a su hijo,
pero esa es otra historia

Mira, ya llega la grúa
y engancha su coche
tu novio de ahora me mira, serio.

Yo le hago el gesto como
de ponerme una chaqueta
y él sorprendido
abre la puerta del coche

Y coge el abrigo,
desconcertado.
No sabe que lo que  no quiero
es que se enferme,
que pase más tiempo del necesario
metido en tu cama.





¿Tú crees que nos aprenderemos los nombres de todos los árboles?


No me gusta esta ciudad
tan nueva por fuera,
tan vieja por dentro.

Se han puesto de acuerdo
Todos
para confundirnos
a los que llegamos de lejos

con tanto cristal laminado.
A mí me gustaba esta ciudad
cuando me veía apuesto
junto a ti en el reflejo
de los escaparates

Pero ya no me gusta
no tengo la necesidad
de verme, sólo de verte
a ti

sin espejos
ni instagram, ser yo
en los treinta y dos píxeles
de tus ojos,

me veo
y pienso
qué suerte,
pareces Tokio

tan llena de luces
y pasos de peatones
tan alborotados,
tan en orden.

Deberían hacerte visitas guiadas
jardines incluidos, los viernes
en tu primavera
de cerezos en flor

Me gusta el campo
o una ciudad pequeña
íntima
¿nos vamos?
en dónde seamos alguien

de quien cuchicheen las viejas
tras las cortinas
al verte pasar
tan multiorgásmica

con odio
que en este caso es lo mismo
que envidia cochina.

Y ver en el espejo
endulzarse tu cuerpo
con el azúcar del tiempo,
hacernos viejos

y reírnos detrás de las cortinas
cuando pase otra mujer
que aúlle a la luna
otra exiliada de esta ciudad
que no me gusta,
(vámonos)

que es una jaula
con barrotes de vidrio
del que no pueden escapar
los maniquíes

Quieren que nos convirtamos en ellos
o que muramos
pero en realidad no quieren
porque ellos ya son suficientes

y nos odian
y nos engañan
construyendo ciudades nuevas
ellos, tan viejos

cuchichean detrás de su escaño
lo bonita que te ves
al pasar

y quieren que yo no exista
que no tengas más remedio
que verlos

a todas horas
reflejados en tus ojos
tan grotescos ellos
en los escaparates
junto a ti

en su ciudad hecha de hielo.
Estoy cansado de que seamos nadie
o peor aún,
casi nadie.

Está decidido.
Nos vamos al campo
a una ciudad pequeña
tú y yo
y tu perro
y mis gatos

Sólo con intuirlo menean el rabo
¿sabes qué creo?
Que no deberíamos vivir en ciudades
donde los perros
y los gatos
no fueran felices.




jueves, 28 de noviembre de 2013

Te tengo atada a la pata de mis sueños.


Encontré un manuscrito perpetrado
con ciento veintidós palabras con
casi todas sus letras
aún humeando

y tus huellas
descerrajando a quemarropa
que esta vez tú

otra vez tú

ganabas: la banca de nuevo.
Tu madre tenía razón
en que yo era afortunado

en amores, contigo.
Porque en juego se ve
que no,
que siempre pierdo.

¿Y qué pasa cuando
juego al amor?
¿a qué pierdo?
¿al ardor de la sangre o al vicio?

Gana quien pone las normas,
me dices.
Entonces gana tu madre

O tu novio de ahora
Me caía bien
al principio

tú también me caías bien
y tus pies siempre helados
porque para notarlos
tenías que meterte en mi cama.

Y el grito de después
y el abrazo sin buenas noches,
y la almohada vagabunda
y el dormir pensando que qué suerte.

haberte ganado
Ya ves,
 para después perderte.

Porque quien quiere
siempre acaba perdiendo
Y no sé,
yo diría,
que aún te quiero.

Y no es que yo quiera quererte.
de hecho, si no te soñara,
ni tu novio de ahora
pasara por delante de mi trabajo
sonriendo

por cierto,
¿no le pilla un poco lejos?

yo ya te habría olvidado
es decir,
me acordaría de ti
en pasado

No como ahora
que te recuerdo,
a pesar mío,
en presente.